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Laura Freixas

La Vanguardia (Opinión), 16-1-14

¿INFANTAS PARA SIEMPRE?

Que una persona de cuarenta y tantos años, con una licenciatura en Ciencias Políticas y un máster por la Universidad de Nueva York, firme documentos legales, relativos a miles de euros, sin saber qué está firmando, puede parecer incomprensible. Pero aquí está Jesús María Silva, su abogado, para explicárnoslo: todo fue “por amor a su marido”. “No se puede pretender que el legislador diga: mujeres, cuando vuestros maridos os den algo a firmar, primero llamad a un notario”.

Tomémonoslo en serio, aunque a primera vista cueste un poco (¿de dónde sale un abogado convencido de que una firma no significa nada?). Formalmente, vivimos en una sociedad igualitaria, y hasta don Jesús María, en cuanto hubo dicho lo que dijo, se apresuró a añadir: “O viceversa” (aunque a la hora de la verdad nadie usó nunca este argumento para exculpar a un hombre). Pero la idea de las mujeres como irresponsables está muy viva: se halla, sin ir más lejos, en esa estrafalaria ley sobre el aborto que propone Gallardón, según la cual irá a la cárcel el o la profesional que lo practique, pero no la mujer que lo decide. A ojos de este gobierno somos tan irresponsables, que ni delinquir podemos; no se nos condena a cárcel, sino a infancia perpetua.

Lo malo es que esa idea es tentadora. La responsabilidad da miedo. Es más fácil vivir bajo el paraguas de un marido-papá o un Estado-papá que decide por nosotras. De ahí que tengan tanto predicamento esas mujeres cuya identidad social consiste en ser esposas de hombres importantes. Véase el personaje de Cate Blanchett en Blue Jasmine, de Woody Allen: disfrutaba de todas las ventajas del poder y el dinero (excepto la principal: la autonomía) sin ningún inconveniente.

¿De veras?... ¿Cómo termina la protagonista de Blue Jasmine? ¿Y la mujer de Hollande? La anterior, Ségolène Royal, tras separarse de él siguió siendo quien era: una política; para la actual en cambio, no siendo más que “mujer de”, que él la deje significa perder no una pareja, sino su identidad; un shock tan fuerte que la ha llevado al hospital.

Señora Alteza Real doña Cristina (¿lo digo bien?): si es usted tan moderna como creíamos, asuma sus responsabilidades, las que sean, en nombre propio. Demuestre que se puede ser esposa sin ser niña, e Infanta pero no infantil. Dé la cara. Nos hará un favor a todas.

www.laurafreixas.com